El viaje desde el primer momento supuso un gran choque cultural. Nada más llegar a la parroquia local -que sería nuestro centro de operaciones- todo el pueblo se reunió alrededor para recibir al grupo pese a ser ya noche cerrada.
Las tareas encomendadas fueron pintar algunas zonas de la parroquia.El fútbol, como no podía ser de otro modo, nos ayudó a ganarnos a los adolescentes con los que pudimos disfrutar de unos partidos intensos con todo el poblado animando mientras el sol se iba descolgando por el horizonte. A partir de la segunda semana, se dividieron los equipos; unos jugaban con los niños y adolescentes; otros daban clases de español a los interesados, que eran las niñas de la aldea en gran medida.
Los fines de semana hicieron excursiones: la playa de Jackville, la visita a la capital y su famoso estanque de cocodrilos, o la Basílica de Nuestra Señora de la Paz.